Una linda mañana - Graffitis -

Me encontraba yo en Valparaíso. Una antigua ciudad costera Chilena, puerto principal. Llena de hermosos legados, misterios, historias e Historia. Corren por sus venas las leyes del Patrimonio de la Humanidad y del Estado. Y es ahí donde se ubica el humilde y no tan humilde departamento que mi Madre dispuso a la familia para vacacionar...
Desde la ventana se puede apreciar una hermosa vista; el puerto, el mar, los edificios de fachada antigua que aún yacen de pie mirando la ciudad con desilusión, las palmeras, el cielo, el atardecer... y la triste vida del edificio vecino...
 
A la vuelta de la esquina, un deprimente estilo de vida usando casi el puro recuerdo de un edificio que se cae a pedazos... tan antiguo como la pobreza misma.

Una mañana, mi novio y yo nos dignamos a levantar nuestros traseros flojos y salimos rumbo a la playa...
Bajamos las escaleras y llegamos a la calle, ahí vimos a un grupo de jóvenes que estaban haciendo un modesto graffiti (En mi opinión... Ni muy creativo ni llamativo), pasamos de ellos y al doblar en la esquina próxima a la salida de dicho departamento... nos encontramos con el plato fuerte.

La horrible y deprimente calle que sostiene el edificio en el que vacaciono por algunos días había sido completamente modificada.

El color invadió cada rincón de toda la cuadra, arrasando con Autos y carteles; produciendo una suerte de alegría sinestésica, como si muchos sentimientos, ideas y necesidades hubieran sido atomizados contra sus tristes y grises muros, los que sólo contenían los penosos recuerdos de quienes viven frente a ellos,  afrontando una cruda realidad...

Siendo esta la más pura muestra de la escencia de este Arte, potenciada en los suburbios, hecha por y para las calles, getting from the underground.
Le doy mis aplausos a quienes hicieron el correcto uso de sus manos, no cayendo en las deformidades que la masa crea según un tema, poniéndolo a la moda y trastornando su real significado.


Tan maravillada estaba que quize sacar algunas fotos...


Gracias a ellos, ahora esa calle le da vida a aquel edificio que se deshace bajo sus propias lágrimas.