Un atardecer en un Semáforo.

Hace una semana he comenzado las clases en mi Universidad.
Tengo muchas anécdotas Terremotiales tectónicas que escribirles para la próxima entrada!

Mi día Lunes lleva un Menú teórico existencialista hecho a la medida:
Comienzo el día (... bien temprano) con un ramo en que definimos nuestros paradigmas actuales y los constrastamos con los antiguos... Algo como ¿Cómo somos?
Siguiente clase, definimos lo que somos como personas y las tipologías de psiquis que podemos distinguir. Así también las tipologías de consumo y consumidores. Algo como ¿Quiénes somos?
Y luego de un NO reparador almuerzo, me voy con la digestión aclamando una siesta a mi siguiente clase; Estética contemporánea... Suena a diversión, ¿no?.

Al comienzo debo admitir que me interesó la clase, en la primera la profesora anunció que NO será una clase Teórica y que saldremos a terreno a hacer trabajos de observación y etc... Para luego debatir sobre lo observado y sobre el por qué de lo visto. Además dijo que las clases serían en círculo, donde todos hablaremos a la par con ella. Nadie tomará apuntes ni ella hará de la "típica profesora". Es decir, veremos algo como ¿Cómo nos vemos?.
Por supuesto, después de aquel bello discurso me fui ufana de tan buena decisión, y a la vez, ansiosa por tan existencialista Lunes. Deseosa de verlo en acción.

Clase siguiente (O sea, Hoy).

La profe sentada, con su notebook sobre la mesa, leyendo lo que salía en el Power Point que se proyectaba en la pizarra. (Cabe destacar que este tenía la hermosa y creativa construcción basada en... Un fondo negro con letras blancas... ¡DIOS MIO!).
Si no me quedé dormida fue porque por suerte... no, esperen. No sé cómo no me quedé dormida. ¡De cortesía!.

Cerca de las 19.30 Hrs, finaliza aquella teórica tortura. Me despedí sonriente.

Me gusta volver a casa en mi Autito. No será una joyita pero es mi compañero.
A aquella hora el sol ya está bajo, despide el día con aquellos cálidos y anaranjados rayitos. Estos se reflejan en los vidrios y todo lo tiñen, a veces me da nostalgia, a veces me dan amor, a veces me dan alegría. Otras veces me llenan. ¡Me encantan!.
 Cerré mis ventanas para darle privacidad a mis deseos, y subí el volumen de la radio. Sonaba el CD que grabé hace poco junto a mi novio, el cual finaliza con The Count Of Tuscany, una de las mejores canciones de Dream Theater que he escuchado (Junto con Hell's Kitchen).

No llevaba más de 5 minutos en el Auto cuando me toca un semaforo en amarillo. Luego la roja. Y aquí me quedé. En una roja fresquita.
Estaba en primera fila y el sol me daba en la cara, pero cuando lo observé... pude notar algo que jamás creí hermoso.
Este se escondía lentamente tras un pedazo de cerro con forma volcánica y entre dos edificios. Las ventanas de estos rebosaban en naranjo, reflejando en la ciudad y sus peatones.
Ahí me quedé viendo, notando lo obalado del gigante de fuego, quien se escondía como rojo de vergüenza.

Cuando noté que estaba presenciando un atardecer, todo se volvió un extraño acontecimiento. Además, la roja aún no se dignaba a cambiar.

Me quedé sorprendida, como esperando el momento en que todo se arruinara. El sol bajaba y yo seguía allí, y la música me acompañaba.

Cuando finalmente este ya se daba por oculto, el rojo color del semáforo decide irse con el sol y dar la verde a mi camino a casa.
Algo ciega debido al sol continué mi regreso, con un sentimiento especial. Como de haber visto algo especial. Un regalo. Un gustito distinto de terminar el día.

Y para rematar, justo cuando la canción termina... yo llego a mi hogar. Apago el motor... y una deliciosa brisa otoñal me recibe. Respiré profundo. Y entré a mi casa.


Y desde aquí, para ustedes. La bienvenida del Otoño para un gato tuerto.

Comentarios

Anuka Delang ha dicho que…
Se que debí de comentar esto hace mucho tiempo, pero por cuestiones ajenas (y no tan ajenas) a mi retorcido cerebro, no lo hice.

Hoy es el día :D

Me alegra saber que allá afuera hay personas que se maravillan por cosas cotidianas.

Me alegra saber que más allá de mi país hay alguien que piensa como yo.

Me alegra saber que mas abajo del ecuador, los atardeceres se vean hermosos, y mas aun que haya alguien que los comparta con el mundo.

Me alegra saber que el otoño te haya recibido así.

Sigue escribiendo, gato tuerto, que yo te seguiré leyendo.

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