Una siesta con nosotros mismos

Hoy el día me olía rico.
El sol estaba cálido y por fin parecía primavera.

Siempre he pensado que el sol tiene olor, cada vez que hay días como estos siento un agradable aroma en el aire y me energiza hasta los huesos. Suelo suspirar muy profundo y aprovechar al máximo tan deliciosa sensación.

Durante la tarde fui a dejar a mi madre al médico, donde me quedé en el auto dando algunas vueltas porque no había estacionamiento. Finalmente quedé junto a un portón de una casa, con las luces intermitente y la radio ni muy fuerte ni muy baja. Al frente el sol se escondía entre las ramas de un árbol, dejando caer sus rayos sobre mi parabrisas cada vez que la brisa se lo permitía. Me quedé mirando el horizonte, la gente, las hojas, el sol. Bajé la ventana y dejé que aquel día entrara a hacerme compañía. Ahora ese curioso olor del día estaba sutilmente mezclado con un arome dulce a palomitas de maíz, endulzando mis sensaciones y los minutos de espera.

Bajé el asiento hacia atrás y me puse a reposar un rato, hoy tuve clases temprano por lo que había tenido que madrugar. Y ahí me quedé...
Largo tiempo...
Simplemente respirando...

Cuando desperté, el sol ya no jugueteaba con mi parabrisas y la sensación era más fría que antes.

Entonces fui por mi madre, quien me había llamado 3 veces a mi celular sin poder romper con mi tan gustosa siesta de vieja.


Así, el mundo está plagado de regalos que sólo nosotros apreciamos. ¿Qué hay allá afuera sólo para ti? ¿Qué hay allá que sólo tú hueles?.
Una siesta conmigo misma fue lo que el día tenía para mi.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Los perros que esperan la verde para cruzar. Yo creo que no existe persona que disfrute más y quede tan perplejo por tan mundano pero jocosísimo evento.
Hikari Hoshi ha dicho que…
yo encuentro que no hay cosa mas rica que envolverse en una frazada para ver caer la lluvia... puedo estar tardes completas viendo para afuera sin hacer NADA


soy tan floja

Entradas populares