Olvidar

Como algunos sabrán, cuando era pequeña tuve un accidente en el que aseguro haber perdido la memoria. Fue como a los 10 años, de ahí hacia atrás y hacia adelante todo es muy confuso, hay personas que se me han acercado que no recuerdo y momentos importantes que simplemente se fueron. Además, poco después nos cambiamos de ciudad... volviéndose todo muy enredado.
Es un tema difícil, la gente cree que es como en las películas pero la verdad es que enterarte de algo así es gradual. Es un "darse cuenta", nadie te dice que la perdiste, sólo te das cuenta de que no recuerdas. De lo poco que recuerdo el accidente lo tengo grabado como si fuese una pintura, enmarcada y colgada en mi pared.

Desde entonces que para mí las memorias y los recuerdos son un tema.
Me pasé mucho tiempo buscando en fotos, vídeos e historias partes que me ayudaran a construir todo aquello que olvidé.

Es terrible y doloroso extrañar eso que olvidaste, porque no recuerdas qué es. Es añorar algo que imaginas. Es como sufrir por el hecho mismo de olvidar más que por los recuerdos...
Me tomo la cabeza y me pregunto dónde estará mi mente. Dónde estarán todas esas memorias. Escondidas dentro de mí me piden que las saque a flote, y es por ese sentimiento que sigo buscándolas.

Es difícil. Es difícil porque uno se cansa. Es escarbar en el arena hasta encontrar algo... que nadie te asegura que esté.
Una psicóloga una vez me preguntó por qué. ¿Por qué te esmeras en recordar?, ¿qué propósito tiene en ti el recordar el pasado?, mejor vivir el presente y esperar por el futuro.

Pero vas más allá de recordar la infancia. Va más allá de la "simple" meta de recobrar lo perdido.

Hay un recuerdo en especial que siento, profundamente, nunca debí olvidar. Hay algo ahí que me impulsa. Es difícil de mostrar porque no está. Nadie lo ve, ni yo, yo sólo lo siento. Es como un susurro. Es como una intuición. Una corazonada.

Llegado a este punto me toca decir que mi investigación ha dado varios frutos en cuanto a mi infancia respecta. He podido recordar un montón de sucesos, personas, momentos, incluso olores.
Eso me hace tan enormemente feliz que me impulsa a seguir buscando. Por más cursi que suene.

En verdad, concluía la otra noche... una de las cosas más bonitas de olvidar es luego el recordar.
Olvidar puede ser un acto voluntario, querer olvidar. Pero también involuntario, te olvidan, te obligan o es algo que estaba más allá de tus decisiones. Como mi caso.
Sea voluntario o no, al comienzo la mente se rehúsa a la idea, pero poco a poco el tiempo va dejando que el agua del vaso se evapore.

¿Qué pasa cuando vuelven a la hoja todos esos escritos borrados?

En lo personal es una nostalgia infinita. Una mezcla entre felicidad y tristeza.

Para mi es un sentimiento muy revelador. Me gusta. Me gusta recordar. A veces es triste, pero no por el recuerdo en sí sino por lo que yo esperaba vivir de ese recuerdo. A veces es simplemente porque ya no estoy ahí. A veces es porque eso ahora es recuerdo, y la vivencia quizás dónde quedó.
Otras veces es alegre, es recordar lo que fue. Es recordar cómo fue. Imaginarse y fantasear. Son buenos recuerdos esos que te entregan de vuelta la energía que alguna vez tuvieron como sucesos que fueron.
Son malas personas las que manchan esos recuerdos y te entregan de vuelta un imaginario sobre lo que pudo haber sido. Finalmente es el recuerdo de un suceso arruinado.

Para llenar un vaso de agua se requiere sacar agua de otro lado. Cada vez que hay agua en un vaso, ésta dejó de estar en otro sitio.
Así, hay sucesos inminentes como la muerte o la vida. No elegimos vivir y tampoco tener la facultad de morir. Dicha facultad tampoco habría de existir de no vivir primero...

Creo que olvidar y recordar yace en éste ámbito de la vida. Uno requiere al otro.
Recordar requiere de un olvido previo. La felicidad requiere de una tristeza previa.

Así, recordar es la cúspide de una memoria. Esa que murió. Pero viene a la vida para ofrecernos, nuevamente, ese pedacito de nosotros que alguna vez fuimos.

Desde aquí, reitero, lo más lindo de olvidar... es recordar.

Perdón por la redundancia a lo largo de la entrada.